Maria Jiménez: ‘Cuando te diagnostican ni lo asimilas ni lo entiendes, pero más adelante empiezas a pensar más en positivo’

María Jiménez tiene 45 años y fue diagnosticada hace dos años. A causa de la enfermedad estuvo de baja hasta el mes de mayo. Ahora, con el alta en el bolsillo, busca trabajo de administrativa y a pesar de las dificultades y de la experiencia que ha vivido intenta mirar la vida con ilusión y espíritu positivo.

–La diagnosticaron hace relativamente poco.

Sí, en noviembre del 2013. Un mes antes había encontrado trabajo como administrativa y estaba ilusionada y con muchas ganas porque volvía a trabajar después de estar dos años en el paro. Además, trabajaba con gente que conocía. Pero un día fui al médico porque estaba un poco resfriada y no me encontraba muy bien…

–¿Y?

Como que estaba algo mareada tomaba ibuprofeno y paracetamol, y pensaba que, como cualquier otro resfriado, todo tiene su proceso; pero pasaron dos semanas y aún no me había recuperado. Al final, un viernes, mientras estaba conduciendo, me costó mucho llegar a casa porque lo veía todo doble.

–¿Y qué hizo?

Pues el sábado me fui al hospital, a urgencias de la vista, y como que no sabían lo que tenía me ingresaron durante ocho días. Me hicieron un montón de pruebas y finalmente me diagnosticaron esclerosis múltiple.

–¿Cómo reaccionó?

Me quedé…. Fue muy duro. Empiezas a pensar: “¿qué he hecho mal? ¿será culpa de la mala alimentación?”. Mi madre me decía que hubiera preferido que le pasara a ella, y decía que a ver si ellos u otros miembros de la familia también la tenían… pero yo le dije que, según me habían contado, la esclerosis múltiple no es hereditaria. Me ha pasado a mí y ya está… A mí, que sólo había ido al hospital para el parto de mi hija.

–Pero esta vez fue diferente.

Sí, el parto de mi hija fue una gran alegría, todo salió muy bien y no me enteré de nada. Era la noche de Carnaval y me lo pasé pipa. Antes nunca había tenido nada. Mi doctora de la Seguridad Social siempre decía que yo era la paciente ideal, porque iba de vez en cuando para hacerme una analítica y ella ni me conocía. Después del diagnóstico, sí que me conoce porque voy cada mes.

–¿Cuando tardó en recuperarse del brote de la vista?

Tardé medio año. Medio año sin poder conducir, sin que mi hija estuviera en casa… Mi hija tuvo que quedarse en casa de mis padres porque su escuela está al lado y yo no podía llevarla. No podía ni hacer la cama. Además, tenía que llevar un ojo tapado, y luego hacer lo mismo con el otro: ahora tapar uno, ahora tapar el otro. Te sientes que no puedes hacer nada, que no hay forma. La gente me preguntaba si me había operado del ojo, si tenía cataratas… y cuando al cabo de una semana veían el otro ojo tapado no entendían nada y me preguntaban qué era lo que me había pasado en el otro ojo.

–¿Se lo explicó?

Al final, a la gente con quien tenía más confianza, les conté que tenía esclerosis múltiple.

–¿Le ha costado asumir la enfermedad a nivel psicológico?

Al principio sí, porque ni lo asimilas ni lo entiendes. Después empiezas a pensar más en positivo y piensas: “acéptalo, que podría haber sido peor”. Piensas que aún has tenido suerte porque han detectado la enfermedad muy pronto. En mi caso, en la primera resonancia que me hicieron detectaron que ya había tenido cinco brotes, pero yo nunca me enteré de nada excepto en el último, y porque me atacó el nervio óptico.

–Entre el diagnóstico y el momento que lo acepta, ¿cómo le fue?

Mis padres estuvieron y están a mi lado, no me dejaban ir sola a ningún sitio. Después está mi hija, que ahora tiene 13 años, y mi marido, que son los que están a mi lado todos los días. Ellos lo llevaron peor porque yo estaba de muy mal humor, me rebotaba por cualquier cosa. Al principio me recomendaron que no mirara internet para saber qué me podía pasar, que no me obsesionara. Una vez lo he superado, sí que consulto internet e incluso estoy en un grupo de Facebook de personas con esclerosis múltiple.

–¿Cómo lo lleva su hija?

Muy bien. Lo que pasa es que a veces le tengo que decir que me ayude porque yo antes me comía la casa y ahora la casa se me come a mí. No doy abasto para hacerlo todo.

–¿Ha cambiado su manera de ver la vida?

Sí. Intento tomármelo todo de otra manera, yo misma me doy cuenta de que tengo que frenar. Los trabajos del hogar, por ejemplo, no puedo hacerlos yo sola y por eso le pido a mi hija que se implique un poco, que aunque tenga deberes también puede poner la mesa.

–¿Qué pasó con su vida laboral después de ser diagnosticada?

Cuando me diagnosticaron estuve de baja desde el noviembre del 2013 hasta el pasado mes de mayo. Mi contrato finalizaba en enero del 2014 y tuve suerte de cobrar una prestación. Siempre se tiene que mirar el lado positivo de las cosas. Podría haber sufrido una enfermedad peor o podría no haber encontrado empleo.

–¿Busca empleo como administrativa?

Sí, cuando volví de vacaciones hice un curso para mujeres mayores de 45 años en Badalona en el que me dieron herramientas para aprender a encontrar trabajo… ¡y ya he hecho algunas entrevistas! El curso también me fue muy bien porque me ayudó a romper la monotonía. Otra cosa positiva es que pienso que tengo más posibilidades de encontrar empleo con mi discapacidad que sin ella.

–Y el tratamiento, ¿cómo le va?

En su momento, con el neurólogo escogimos el tratamiento analizando los pros y los contras. Y aquí hay otra buena noticia, porque antes tenía que pincharme a diario y ahora sólo tres días a la semana.

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