Entrevista a Ana Azevedo: ‘Ayuda mucho que la gente de tu alrededor sepa lo que sientes y lo que tienes’

Ana Azevedo es portuguesa, tiene 37 años y hace más de 10 años que vive en Barcelona. En julio de 2014 fue diagnosticada con esclerosis múltiple progresiva secundaria. Actualmente, a pesar de que se ayuda de un bastón para andar, imparte clases de yoga un día a la semana. En esta entrevista nos explica las herramientas que la han ayudado a superar la enfermedad.

¿Cómo fue el diagnóstico?

El primer año que empecé a vivir en Barcelona ya sentí algunos síntomas como hormigueo en los dedos de las manos y los pies, y dolores de cabeza muy fuertes. Poco a poco me iba dando cuenta… y me quejaba. Además, practicaba yoga y baile y sentía que iba perdiendo el equilibrio. Después también me daba cuenta de que aspectos cotidianos como abrir una botella de agua me costaban mucho porque no tenía fuerza. También tenía dificultades para bajar las escaleras del metro. No sabía lo que me pasaba.

¿Y fue al médico?

La incontinencia fue lo que lo desencadenó todo. Es muy fuerte tener incontinencia cuando eres joven; quieres pasear y no sabes como hacerlo.

Y por eso fue al médico.

Fui y me dijo que me harían un TAC. En los resultados salía que tenía alguna cosa desmielinizante, pero no entendí mucho de lo que se trataba. A partir de aquí, me dijeron que me harían más pruebas para descartar posibilidades pero nunca descartaban nada. De hecho, nunca descartaron nada.

Cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple, ¿sabía lo que era?

Sí, porque lo había buscado por curiosidad y tenía muchos síntomas. Además, tengo un compañero portugués que también vive en Barcelona y tiene esclerosis múltiple. Él tocaba la batería y lo tuvo que dejar porque la enfermedad le afectó la coordinación.

Usted impartía clases de yoga.

Sí, el yoga es mi hobby. Impartía clases pero me daba vergüenza porque me caía constantemente, perdía el equilibrio y tenía que ir al lavabo con urgencia. Ya desde antes del diagnóstico me empecé a avergonzar como profesora de yoga. Pero después del diagnóstico asumí la enfermedad al 100%, sobre todo gracias a mis amigos.

¿Explica que tiene EM?

Todos mis amigos lo saben, incluso las personas que conocí después del diagnóstico, porque además todos me veían con el bastón… pero ayuda mucho que la gente de tu alrededor sepa lo que sientes y lo que tienes. Una de las personas que conocí después del diagnóstico es directora de una escuela de yoga, y a partir de aquí empecé dar clases de nuevo hace justo un año.

¿Y da clases de yoga a personas con EM o a personas que no tienen la enfermedad?

Doy clases a personas que no tienen la enfermedad. Tuve una alumna con fatiga crónica y ahora tengo a otra con algunos problemas de movilidad, que necesita un poco más de atención. Intento estar más rato con esas personas que necesitan más atención porque sé perfectamente lo que significa tener que hacer ese tipo de ejercicios.

¿Cómo lo hace para enseñar ejercicios de yoga que usted no puede practicar?

Los que no puedo hacer son los de equilibrio y los de correr en un mismo sitio, que son muy habituales en la disciplina de yoga kundalini, que es la que yo practico. En esos casos me apoyo en la pared y describo a los alumnos lo que hay que hacer. La mayoría de ellos ya saben cómo realizar estos ejercicios.

Entonces, ¿sus alumnos saben que está afectada por EM?

Sí.

¿Y qué dicen al respecto?

Creo que se preocupan mucho de mí y me admiran por lo que hago. Se sorprenden mucho cuando les explico que tengo esclerosis múltiple.

¿Qué le aporta a usted dar clase?

Me hace sentir muy arriba; me produce mucha alegría poder hacerla. Aprovecho la clase para realizar estiramientos porque me duele el cuerpo y el yoga me sienta muy bien. Desde el punto de vista mental, me hace sentir bien conmigo misma. Yo recomendaría a todos los pacientes que lo hicieran, siempre que el físico se lo permitiera, claro. En función de eso, les diría que fueran a una clase normal en la que aprendieran a conocer su cuerpo y sus limitaciones.

¿Cuantas clases de yoga imparte?

Una a la semana. De hecho, a nivel laboral trabajo en un departamento de informática y puedo realizar todas las tareas sin problemas.

Usted nació en Portugal. ¿Cómo ha afrontado la enfermedad fuera de su país de origen?

Aquí tengo muchos amigos y mis padres han venido –y siguen viniendo– muchas veces. Además, el servicio de aquí es muy bueno. La enfermera del hospital siempre está a mi disposición.

¿A nivel psicológico como lo lleva?

Cuesta mucho entender qué le pasa al cuerpo. Yo desde pequeña he practicado gimnasia, baile y yoga, y de repente, darte cuenta de que no controlas tu cuerpo es muy difícil. Hubo un momento que dije: o sigo llorando pensando en la vida que deseaba o acepto la enfermedad tal como es.

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