Yolanda Hernández: ‘Es ponerme los esquís y verlo todo diferente’
Yolanda Hernández es una apasionada del deporte. Con 20 años practicaba ciclismo, era miembro de la selección catalana y había participado en campeonatos estatales. Nunca dejó su pasión por la bicicleta, deporte que combinaba con el esquí alpino. Hace cuatro años, Yolanda fue diagnosticada de esclerosis múltiple. La enfermedad le ha obligado a cambiar muchos de sus hábitos: ha sustituido la bicicleta de toda la vida por la bicicleta estática y el esquí alpino por el esquí de fondo.
¿Cómo le diagnosticaron esclerosis múltiple?
Debido al ciclismo y a mi trabajo de entonces tenía un desgaste muy grande en las cervicales. Creía que esto era lo que me provocaba el dolor y los mareos. Llegó un punto en que el dolor era insoportable: no dormía por las noches y me di cuenta de que tropezaba a menudo cuando caminaba. Fui al traumatólogo y pedí que me hiciera una resonancia porque pensaba que el desgaste había aumentado. Los resultados mostraron que tenía la médula inflamada. Estuve 23 días ingresada en el Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, y me hicieron pruebas hasta que, finalmente, me diagnosticaron esclerosis múltiple.
¿Qué sintió cuando le dieron el diagnóstico?
Al principio, no tenía ni idea de qué era la esclerosis múltiple. Cuando me explicaron en qué consistía, mi mundo se trastocó por completo. Pensé que mi vida hasta entonces había terminado: mi juventud, mi vitalidad y mis “drogas”, que eran coger la bici y hacer kilómetros e ir a esquiar en invierno.
Pero su vida no se terminó…
Pensé que en esta guerra tenía dos opciones, y si me quedaba sentada, ya sabía lo que me esperaba: acabar en una silla de ruedas. Pero si luchaba, podría caminar, aunque fuera mal, y ser autónoma y hacer cosas por mí misma. Escogí la opción de batallar. Desde entonces, es lo que hago cada día: luchar, luchar y luchar.
Hoy, mirando atrás, debe impresionarse por todo lo que ha llegado a hacer, a pesar de la esclerosis múltiple.
El primer día que me puse unos esquís de fondo, pensé que no podría hacerlo. Sabía que era imposible seguir practicando esquí alpino, y tenía la sensación de que el esquí de fondo era fácil. Estaba equivocada. He hecho un esfuerzo impresionante para practicar este deporte, pero, definitivamente, ha valido la pena. Luchar por tener mejores condiciones físicas y ser autónoma vale la pena.
¿Nota una mejoría gracias a estas actividades y a la lucha?
Sí. Antes no podía caminar ni diez metros sin una muleta de apoyo y ahora, tras la práctica de esquí de fondo, camino mal, pero puedo hacerlo sin la muleta. Para mejorar, hay que luchar, esforzarse y no bajar la guardia.
¿Es caro el esquí de fondo?
El esquí no es barato. Hay gente que se lo puede permitir y otra que no. Además, por mi situación, necesito un monitor y tengo que pagar clases particulares. No sólo practico esquí, también hago bicicleta.
¿Qué actividades realiza con la bicicleta?
Intenté seguir practicando ciclismo como lo hacía antes del diagnóstico de la enfermedad, pero tengo problemas en la pierna izquierda y no tengo ni equilibrio ni estabilidad. Por eso, me compré una bicicleta estática y cada día pedaleo una hora y media, que equivale a 30 kilómetros. Por la tarde también salgo a caminar y en temporada voy a hacer esquí de fondo. Este invierno he hecho cada día cuatro o cinco horas y es muy duro.
¿La bicicleta también le ayuda?
Sí, estoy convencida. Si no fuera por todo el deporte que practico, no estaría como estoy.
¿Hace deporte a diario o descansa algún día?
Hago deporte cada día. Si no practico con la bicicleta algún día, tengo la sensación de que me falta algo. Puede ser que me encuentre mal, pero cuando subo a la bicicleta, se me pasan todos los dolores. Lo mismo me pasa cuando voy a la nieve. Es ponerme los esquís y verlo todo diferente. El cuerpo me lo pide y yo me encuentro mejor.
Vídeo de la Escola d’Esquí de Baqueira Beret
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