Yolanda Aparicio: ‘Ahora me encuentro bien y soy muy independiente pero en algunos momentos me he visto muy dependiente y soy consciente que eso puede volver a suceder’
Afectada por EM de 37 años. Fue diagnosticada hace un año y medio, y desde entonces ha hecho un cambio de vida radical.
¿Cómo fue el diagnóstico?
No me lo esperaba. Hacía un año que había tenido a mi hija y tenía muchos síntomas pero yo los relacionaba con la maternidad.
¿Qué quiere decir?
Estuve dando el pecho a mi hija hasta los 11 meses. Ahora he sabido que dar el pecho es una protección natural. Al dejar de hacerlo, empezaron a aparecer los síntomas.
¿Qué fue lo que le pasó?
Pues tienes una niña pequeña y te levantes por las noches, por lo que te sientes cansada y agotada, y yo pensaba que eso se debía al cansancio que todo el mundo explica que se siente cuando se tiene un bebé, y como no había experimentado esa sensación antes… Llegué a no tener fuerzas ni para coger a mi hija en brazos. También atribuía la incontinencia al hecho de ser una madre reciente. Me dolía mucho el brazo y las cervicales pero intenté sobrellevarlo; me compré una manta eléctrica y cambié las almohadas. Después empecé a ir a una masajista.
¿Y?
Hasta que la chica que me hacía masajes me comentó que no podía hacer nada más por mí, que tenía que visitar algún especialista… Me dolía tanto el brazo izquierdo que estuve un mes tomando antiinflamatorios e ibuprofenos, y también me cubría con la manta eléctrica, pero seguía doliéndome mucho… Al final, un día en el trabajo, me dijeron aquello de: “¿por qué no vas al médico?”.
Y lo hizo.
Sí, pedí hora para el traumatólogo, y debería dedicarle un monumento.
¿Por qué?
Le expliqué la sintomatología y me recomendó que me hiciera una resonancia magnética. En aquel momento, sinceramente, pensé que estaba chiflado. ¿Por qué debería hacerme una resonancia magnética? Yo creía que era normal no tener fuerzas porque por las noches casi no dormía. Lo encontré un poco exagerado pero como soy una persona cumplidora, me la hice. Y a partir de ahí fue una tras de otra. Hasta un total de cuatro.
¿Y mientras se hacía las resonancias nunca pensó…?
No.
¿Y cuándo le dicen la palabra esclerosis múltiple?
Me puse a llorar. Afortunadamente aquel día mi marido me había acompañado al médico en coche… porque soy una persona muy independiente y hasta entonces todo lo había hecho sola.
¿Sabía algo sobre la esclerosis múltiple?
Conocía a la madre de una persona que tenía esclerosis múltiple. Es una señora mayor y tiene la esclerosis bastante avanzada, y claro, es un drama.
¿Qué hizo después del diagnóstico?
He pasado un primer año muy bestia. No me he sentido muy bien pero sólo he faltado dos días al trabajo: el día del diagnóstico y el día que me hicieron la punción lumbar y tenía que hacer reposo. Me he encontrado muy mal pero me negaba a no poder seguir adelante. Ha sido un año complicado y tengo que decir que la Fundació Esclerosis Múltiple ha sido de gran ayuda para mí por todo el apoyo que me ha dado.
¿Cómo la descubrió?
A través de una conocida mía, porque yo quería relacionarme con personas con esclerosis múltiple que estuvieran pasando por lo mismo que yo; pensaba que eran las únicas que entenderían lo que me ocurría. Llamé por teléfono y hablé con la trabajadora social, que me ofreció un trato exquisito… y la psicóloga también fue de gran ayuda.
¿Ha tenido algún brote que la haya afectado mucho?
Cuando me diagnosticaron, los médicos me dieron la medicación y me comentaron que pasado un año harían una valoración, pero en agosto tuve un brote muy agudo. Lo pasé fatal y me cambiaron la medicación.
¿Cómo le ha ido el cambio?
Cuando tuve el brote me planteé que no podía ni quería seguir igual, y me dije a mí misma que haría lo posible para cambiar todo lo que estuviera a mi alcance.
¿Y que hizo?
Hablé con mi jefe y le planteé trabajar sólo por las mañanas. Me dijo que era imposible, de modo que dejé el trabajo.
¿Dónde trabajaba?
Era auxiliar administrativa y recepcionista en una clínica dental. Trabajaba tres tardes, acababa pasadas las 8, llegaba a casa muy tarde y me encontraba a mi hija durmiendo. Eran tres tardes con un ritmo frenético y no me convenía ni trabajar tres tardes ni hacerlo a aquel ritmo.
¿Explicó en el trabajo que tenía EM?
Sí.
Fue valiente.
Soy muy valiente y no sé si también inconsciente. Entonces no tenía el certificado de discapacidad y no sabía que podría acabar trabajando en un Centro Especial de Trabajo, y eso me preocupaba mucho porque pensaba que con una enfermedad como la mía tendría que faltar bastante al trabajo para ir al médico.
¿Cómo se siente ahora?
He hecho todo lo que he podido para cambiar lo que está en mis manos, y creo que gracias a esos cambios quizás también me siento mejor. He cambiado mi día a día, mi trabajo, los horarios, llevo una alimentación más equilibrada y puedo ir a dormir antes. Todo eso me ayuda. Lo he conseguido. También he tenido que hacer un cambio mental, he abierto muchísimo la mente para poder relativizar las cosas, aspectos que antes eran muy importantes y que ahora no lo son tanto. Ahora me siento bien y soy muy independiente pero en algunos momentos me he visto muy dependiente y soy muy consciente de que eso puede volver a suceder.
¿Piensa en ello?
Sí, no se me olvida porque es todo muy reciente.
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