Susana Jiménez: “Me gusta mucho ser directora de hotel, pero es un trabajo estresante”
Publicado el
14-11-2018
Susana Jiménez tiene 47 años y esclerosis múltiple diagnosticada desde 2012. La enfermedad no le impide ejercer el cargo de directora de hotel, pero le obliga a descansar y a seguir rutinas.
– ¿Cómo te diagnosticaron?
– En un momento de mucho estrés. En pleno mes de agosto yo era la directora de un hotel resort en Marbella. Tenía una contractura en las cervicales y se me dormían la cara y el brazo. La contractura en las cervicales me la solucionó el traumatólogo, pero para la cara y el brazo me mandó al neurólogo.– ¿Qué pasó entonces?
– Fui y me hicieron pruebas. Yo estaba sola en Marbella. Mi familia es de Zaragoza y recuerdo que fui a recibir el diagnóstico acompañada de una compañera de trabajo.– ¿Cómo te lo tomaste?
– Pregunté al médico si me moriría de esto y me dijo que no. Me quedé más tranquila y fui a buscar a mi compañera de trabajo, que me esperaba en la sala de espera, para que estuviera a mi lado mientras el médico me explicaba la enfermedad. Recuerdo que el neurólogo me dio un libro por si tenía dudas. Nunca lo he mirado.– ¿No?
– No he querido saber demasiado. No he leído, no he mirado internet…– ¿Pudiste seguir trabajando después del diagnóstico?
– Acabé la temporada agotada y muy justa de fuerzas. Recuerdo que acabé el 29 de octubre y cogí la baja.– ¿Mucho tiempo?
– Un año y medio.– ¿Cómo lo llevaste?
– Estuve bien. No podía leer porque no me podía concentrar, pero a mí que me gustan las series me permitió ponerme al día. En casa estaba bien y cuando me acertaron la medicación ya me encontraba bien para volver.– Y después de un año y medio, ¿seguiste haciendo el mismo trabajo?
– Yo creo que al principio mi jefe pensó que no estaba preparada. Primero me hizo ir a Madrid y me hizo caminar rápido por toda la ciudad. Yo creo que me puso a prueba. Me nombró subdirectora de un hotel. Para mí, que había sido directora, fue un golpe. Después, poco a poco, conseguí de nuevo un puesto de directora, pero en Barcelona. Como vivía en Sitges. Hacer 40 kilómetros en coche cada día me costaba mucho. Pedí si me podía quedar en el hotel un par de días a la semana. Me dijeron que sí. Ahora ya no es necesario porque vivo en Barcelona.Estuve un año y medio de baja después del diagnóstico. En casa estaba bien y cuando me acertaron la medicación ya me encontraba bien para volver
– Ser directora de hotel y tener esclerosis múltiple no debe ser fácil.
– No lo es. He trabajado mucho para llegar donde he llegado. Me gusta mucho mi trabajo, pero es un trabajo estresante. Ahora ya no hago lo mismo que hacía antes.– ¿Has bajado el ritmo?
– Antes parecía que el hotel era mío. Estaba pendiente las 24 horas del día. La enfermedad me ha hecho ver que es importante disfrutar cada momento, disfrutar de la vida. Lo tengo muy en cuenta y me tomo el trabajo de otra manera.– ¿Cómo es un día normal?
– Trabajo diez horas al día. Los lunes y miércoles hago yoga y pilates y acabo la jornada un poco antes. Si no, normalmente acabo a las 7. Duermo 9 horas cada día. Si no duermo 9 horas no me encuentro bien y el fin de semana necesito dormir y descansar. Se podría decir que descanso para trabajar. Hago pocas cenas. Si alguien quiere cenar conmigo, mejor cenamos en casa.La enfermedad me ha hecho ver que es importante disfrutar cada momento, disfrutar de la vida. Lo tengo muy en cuenta y me tomo el trabajo de otra manera
– ¿Si no descansas qué pasa?
– No me encuentro bien, me duele la cara.– ¿Notas cuando estás a punto de tener un brote?
– No he tenido muchos, pero lo noto. Cuando tengo un brote lloro por la incertidumbre de lo que pasará. ¿Me afectará a las piernas? ¿A las manos? Lo peor es no saberlo. Yo normalmente bromeo de la enfermedad y digo que estoy tarada. Mucha gente me dice que no se nota la enfermedad, pero yo también digo que no puedo estar todo el día diciendo que me duele la cara. Al final aprendes a convivir con el dolor. Este verano me di cuenta de que no me dolía la cara. Lo comenté con el médico y me preguntó qué hacía. Descansar mucho, tomar el sol… ya tenía la respuesta. Cuando noto que estoy a punto de tener un brote o no me encuentro bien, me paro, freno. Pero me cuesta y me sabe mal.Cuando tengo un brote lloro por la incertidumbre de lo que pasará. Lo peor es no saberlo. Al final aprendes a convivir con el dolor
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