Madre de una niña de 4 años, de un niño de 5 y de uno de 21, a Manuela la diagnosticaron hace dos años. Al principio, reconoce, se negaba la enfermedad. “Cojeaba un poco y me costó asimilarlo“. Se dio cuenta de que necesitaba ayuda y se dirigió a la Fundación Esclerosis Múltiple de Reus. Hoy está encantada de asistir al centro donde hace neurorrehabilitación, ya que se siente escuchada y trabaja conjuntamente con los profesionales los aspectos que necesita, que en su caso, que anda con muletas, son mejorar el equilibrio y la estabilidad. “Al principio no tenía sesiones psicológicas y ahora ya tengo. En el centro he aprendido que a pesar de la esclerosis múltiple se pueden hacer muchas cosas, aunque no sean las mismas que hacía antes.”
Manuela trabajaba en una empresa y notaba que estaba perdiendo cognitivamente. No lo notaba nadie más y al principio lo achacó al agotamiento de ser madre trabajadora. Hoy con una EM progresiva considera que el tratamiento psicológico “no es de primera necesidad, pero es primordial” y está satisfecha de realizar neurorrehabilitación.