Laia Borrell: “Durante el confinamiento he aprendido a estar en casa y a disfrutar”

Laia tiene 33 años y es profesora de aquagym y actividades en el agua en un gimnasio. Le diagnosticaron esclerosis múltiple hace once años, justo cuando había terminado la carrera, y explica que su profesión le ha ayudado psicológica y físicamente a llevar bien la enfermedad.

– ¿Cómo fue todo?

Tenía 22 añitos y justo había acabado la carrera. Me gradué en mayo en Inef y recuerdo que a principios de junio noté una sensación extraña, un hormigueo en la mano izquierda. Al principio lo noté en el dedo gordo y luego fue subiendo hacia el resto de dedos de la mano. No le di demasiada importancia. Un día fui al CAP de Vilafranca y la doctora también le restó importancia.

– ¿Qué dijo?

Que debía ser algo de nervios, que no debía ser nada grave. Yo me calmé, pero la cosa en lugar de ir a menos fue a más y se lo comenté a mi madre, que me dijo que tendría que haberlo dicho antes y que podría ser grave, así que fuimos al médico y me derivaron al Hospital de Bellvitge.

– ¿Y después?

Fueron muy eficientes y muy rápidos. Fui a urgencias y fueron muy claros, me dijeron que podían ser 3 cosas: que el cuerpo humano se hubiera equivocado, que tal como había venido se marchara o esclerosis múltiple, y me empezaron a hacer un tratamiento de corticoides aunque aún no me habían diagnosticado. Esto fue en el mes de junio, estuve todo el verano con cortisona y el 5 de octubre me dieron el diagnóstico.

– ¿Cómo te lo tomaste?

Como había ido al hospital cada día para que me dieran la cortisona, hablando con las chicas de por allí y con las enfermeras, me empecé a preparar. Era mejor pensar que lo tenía y si después me decían que no, todo eso que me llevaba. Así que estaba mentalizada. Compañeras de allí me decían ‘yo empecé como tú, pero en vez de la mano, en la pierna’.

Mis padres, que siempre han sido muy positivos, me decían que seguro que no sería nada y recuerdo que cuando me dieron el diagnóstico mi madre se desmayó. Recibir una noticia como esta siempre cuesta, pero lo llevé bastante bien.

– Justo acababas la carrera, ¿fuiste a buscar trabajo diciendo que tenías la enfermedad?

Durante la carrera fui a la Cruz Roja con los créditos de libre elección y me saqué el título de primeros auxilios y de socorrismo acuático. Mientras estudiaba, trabajaba los fines de semana de socorrista y haciendo de monitora en el complejo municipal de mi pueblo. Cuando acabé la carrera me contrataron y todavía estoy allí.

– Has explicado la enfermedad en tu trabajo

Sí, soy monitora acuática, doy clases de natación: ancianos, niños, bebés, hago aquagyms y alguna horita de socorrista de vez en cuando. En el trabajo alucinan bastante conmigo por cómo lo llevo y mi coordinadora y mis compañeros de trabajo se han llevado muy bien.

En mi trabajo alucinan bastante conmigo por cómo lo llevo y mi coordinadora y mis compañeros de trabajo se han portado muy bien.

– ¿Tienes síntomas visibles?

Ahora estoy pendiente de unas pruebas, porque hace una temporada que se me duermen mucho las manos… pero eso no se nota.

– ¿Y fatiga?

En mi día a día es lo que más sufro. Ahora bien, yo me obligo, a pesar de estar cansada, a continuar entrenando y ser activa. Es decir, aunque deje de trabajar y aunque esté muy cansada, me pongo a entrenar.

Intento marcarme unas rutinas y unos hábitos, mentalmente me ha ayudado mucho. Ir al gimnasio y tonificar un poco es muy importante.

– ¿Qué ejercicio haces?

Intento hacer ejercicio 3 veces a la semana en la sala del gimnasio, me monto unas rutinas para reforzar y tonificar la musculatura. Y también me gusta mucho, aunque sea una vez a la semana, coger la bici.

– ¿Y nadar?

No nado mucho, porque durante el día a día ya me meto mucho en remojo. Debería hacerlo más.

– ¿Tus alumnos lo saben?

Normalmente no. No soy de decirlo. No me escondo, pero no me presento diciendo que soy Laia y tengo EM, no es mi carta de presentación. Si se da el caso lo cuento, pero no lo voy diciendo. A veces las personas mayores, con la confianza, te cuentan sus dolores, sus cosas, sus medicamentos… pues yo a veces les digo que yo también…

No me escondo, pero no me presento diciendo que soy Laia y tengo EM, no es mi carta de presentación. 

– ¿Tu trabajo te ha ayudado?

Para la esclerosis múltiple es muy importante el estado anímico y emocional. Para mí, levantarme e ir al trabajo es una motivación, trabajo de cara al público y tengo que sonreír y motivar al personal. No me pueden ver triste y deprimida, así que cuando llego al trabajo cambio el chip aunque no haya pasado una buena noche o no me encuentre bien.

Comienzo la clase con música y para mí es una alegría. Psicológicamente, mi trabajo me anima y me motiva.

– ¿Cuidas tu alimentación?

Siempre me he cuidado mucho la alimentación. Desde hace 5 años, he mirado más el tema de los azúcares, aunque antes tampoco comía mucho. Para mantenerte bien es vital tener buenos hábitos de alimentación, sin obsesionarse, pero me lo miro. Como muchas ensaladas y muchas cosas a la plancha, pocos azúcares y poco frito.

– ¿Y el estrés?

Creo que afecta mucho y a mí la EM me salió cuando terminaba una temporada muy potente. Hice el bachillerato, selectividad y cuatro años de carrera, fue terminar todo esto y después me surgió. Pienso que pasé una época muy estresante, con un ritmo muy cañero y justo cuando paré, cuando acababa una etapa y empezaba otra, es cuando me salió la EM.

– ¿Cómo has llevado el confinamiento?

La primera semana la llevé con incertidumbre y desazón porque no sabía si estábamos infectados, recuerdo noches en que me despertaba a las 2 o las 3 y me sentía ahogada. Además, soy un culo inquieto, normalmente no estoy tantas horas en casa y al principio me costaba.

A medida que han ido pasando los días lo he ido llevando mucho mejor y ahora estoy súper bien. He aprendido a estar más tiempo en casa, a disfrutar, a hacer cositas en casa… Nunca imaginé que pudiera estar tantas horas encerrada en el piso. He aprendido a estar tranquila en el sofá, leyendo un libro, o mirando una serie, o hacer en casa las rutinas que antes hacía al aire libre o en el gimnasio, con los materiales que tengo, garrafas de agua o cartones de leche…

– ¿Durante el confinamiento has continuado haciendo ejercicio?

Sí, y además mi jefa me dejó una bici de spinning y lo hago cada día. También sigo alguna clase de tonificación por YouTube o por Instagram.

– ¿Tienes ganas de volver al trabajo?

Sí, pero me gustaría volver como antes. Tengo ganas de ver movimiento de gente y de ver a la chavalada, porque hago muchas actividades de escuelas y centros de verano. Tengo ganas de ver el volumen de gente que había antes, porque volver tal como se plantea, con tantas restricciones, será extraño. Será un retorno frío.

Tengo ganas de ver el volumen de gente que había antes, porque volver tal como se plantea, con tantas restricciones, será extraño. Será un retorno frío.

– Tú trabajas con mucha gente, ¿tienes miedo de contagiarte?

No, creo que todos hemos aprendido a tomar medidas de distanciamiento e higiene de manos. La gente está concienciada y yo intentaré mantener un distanciamiento, aunque sea duro porque el trabajo es de contacto, pero nos tendremos que contener un poquito.

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