La silla de ruedas, una solución más que una enemiga
Publicado el
02-06-2017
“No quiero terminar en una silla de ruedas” es una frase que habitualmente pasa por la cabeza de las personas con esclerosis múltiple, que a menudo desconocen que gracias a los tratamientos actuales cada vez menos personas la utilizan.
El uso de la silla de ruedas no es ningún final ya que muchas personas que tienen esclerosis múltiple pueden vivir con la asistencia de esta y otras herramientas. Es una ayuda más y en ningún caso hay que tenerle miedo.
Pensar que se acabará en una silla de ruedas en ningún caso ayuda a las personas con EM; no se deben adelantar acontecimientos y, si llega esta situación, hay que ser positivo y aceptar las nuevas oportunidades que surgen de llevar una silla de ruedas. Debemos pensar en sus ventajas: permite largos desplazamientos, poder hacer salidas y fomenta la independencia de movimiento.
Estigma y aceptación
No sólo existe miedo por el hecho de perder la movilidad. Hay un estigma asociado al uso de la silla de ruedas que ha sido creado de manera colectiva. El hecho de sentirse excluido y aislado del resto hace que sea más difícil aceptar la silla de ruedas y muchos preferirían arriesgarse a caer o hacerse daño antes que ser vistos utilizando una.
Así pues, hay que educar a la sociedad, y los afectados de EM, en la visión que tienen de la silla de ruedas, y poder comprender el gran servicio y ayuda técnica que da. Gracias a la silla de ruedas se podrán realizar actividades que sin ella sería del todo imposible hacer. Así que, si llega el momento de acceder a este apoyo técnico, hay que valorar sus beneficios y dejar atrás los posibles desventajas y estigmas sociales.
Vivir el día a día sin pensar en el futuro
El diagnóstico de la EM conlleva un futuro incierto. Pero cuando uno se pone en el peor de los escenarios mucho antes de que se produzcan no estamos viviendo en el presente. Hay que afrontar los retos tal como llegan, sin pensar en un futuro muy lejano o hacer predicciones que quizás no se llegan a materializar.
Investigación
Nadie quiere sufrir la EM con una discapacidad que comporte el uso de la silla de ruedas. Esto no significa que no se puedan expresar los miedos, pero tampoco se deberían alimentar. Las personas que utilizan la silla de rueda pueden tener miedo de perder la independencia o de tener que ir por un mundo que sigue sin poner las cosas fáciles. Miedo de ser juzgadas o estigmatizadas, abandonadas por una sociedad que ignora las discapacidades. Pero de lo que no hay que tener miedo nunca más es de la silla de ruedas, así como tampoco se tiene del fisioterapeuta. Tanto la silla como el fisioterapeuta están ahí para ayudar.
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