La influencia de la alimentación en la aparición y evolución de la EM (Primera parte)

Aunque no existe una dieta concreta para la esclerosis múltiple, seguir una alimentación saludable puede ser determinante para la evolución de la enfermedad.

La alimentación correcta en la esclerosis múltiple es una de las cuestiones que más interés genera en las personas con EM y en sus cuidadores. Existen numerosos estudios que valoran la relación entre la dieta y la evolución de la EM, pero no con la suficiente evidencia científica como para poder recomendar una dieta concreta.

Cuando hablamos sobre alimentación y EM nos surgen dos grandes preguntas sobre las que cada vez tenemos más respuestas:

  • ¿Cómo influye la alimentación en la aparición de la esclerosis múltiple?
  • ¿Cómo influye la alimentación en la evolución de la esclerosis múltiple?

 

Alimentación y evolución de la esclerosis múltiple

La EM es una enfermedad autoinmune, es decir, resultado de un ataque del sistema inmune de las personas sobre algunas partes del propio cuerpo. En su aparición contribuyen factores genéticos y ambientales.

En este sentido, cabe destacar que son muchos los elementos ambientales que se han asociado a la EM. Entre ellos, ha quedado demostrada la relación con la Vitamina D y el tabaco. Además, la dieta también es un posible factor de riesgo. Algunos estudios han demostrado que el peso elevado durante la adolescencia incrementa el riesgo de susceptibilidad a la EM y muchas investigaciones hablan de una mayor prevalencia de la enfermedad en países donde el consumo de grasas saturadas es más elevado.

También hay investigadores que asocian el consumo de sal en la dieta con un incremento en la actividad de la enfermedad. Parece pues, que la dieta puede jugar un papel importante en el riesgo de desarrollar EM.

 

Alimentación y evolución de la esclerosis múltiple

Desde mediados del siglo XX, cuando Swank empezó a hablar sobre la relación entre la EM y el consumo de grasas saturadas, se han publicado numerosas dietas como la de Swank o la de Weil, con el objetivo de mejorar la evolución de la enfermedad.

Cabe decir, sin embargo, que los estudios publicados no son concluyentes y que, de momento, los profesionales sanitarios no pueden recomendar ningún suplemento dietético ni la eliminación de determinados alimentos de la dieta para modificar la evolución de la EM. Sin embargo, sí que parece que existe una relación biológica entre las grasas saturadas y el proceso inflamatorio de la EM.

La evidencia científica, a pesar de ser limitada, sugiere que puede tener un efecto beneficioso el incremento del consumo de pescado y marisco (por su elevado contenido en grasas poliinsaturadas y vitamina D), una disminución de las grasas saturadas y un incremento del consumo de frutas y verduras (por su alto contenido en vitaminas y antioxidantes).

La base de la alimentación, por lo tanto, debe ser una dieta equilibrada que asegure un aporte correcto de nutrientes. Una dieta inadecuada puede implicar un riesgo de malnutrición, el cual supone una alteración de la nutrición por exceso (obesidad) o por defecto (desnutrición).

Esta última se ha asociado con la alteración del sistema inmune, con la afectación de la función mental, de los músculos respiratorios y con un incremento del riesgo de deficiencias de nutrientes específicos. La desnutrición puede impactar directamente sobre la salud de la persona con EM y, por lo tanto, agravar su enfermedad.

De este modo, pues, a pesar de no contar con una dieta específicamente recomendada para personas con EM, es necesario tener presente que la dieta es un factor relevante en la evolución de ésta. Seguir las pautas de una dieta equilibrada es la mejor forma de gestionar la EM pero también es un elemento de prevención importante.

 

Autora: Cinta Zabay. Enfermera.

 

Bibliografía

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