Enric Herrera: “Con el diagnóstico de esclerosis múltiple cambié el chip, me fijé un objetivo”

Tiene 45 años y es director ejecutivo de la Fundación Aspros que trabaja con personas con discapacidad psíquica. Ha superado un cáncer y tiene esclerosis múltiple, pero pese a todo desborda vitalidad y optimismo. Su receta es hacer deporte y cuidarse.

– ¿Cómo fue el diagnóstico?

– Volvía de un viaje y tuve un brote de sensibilidad. Fui a la Vall d’Hebrón y me vio el neurólogo. Allí me empezaron a hacer pruebas.

– ¿Sospechabas algo?

– Tenía una prueba médica que decía que a mi cerebro le pasaba algo, pero no pensé ni por un momento que pudiera tener esclerosis múltiple. Además, el diagnóstico fue largo porque tuve otro brote e hizo que se retrasaran las pruebas.

– ¿Y cuándo te dicen las palabras esclerosis múltiple?

– No sabía qué era. Pienso que pasa con todas las enfermedades porque en 2006 tuve cáncer y me dijeron que debía hacer quimioterapia. Yo no sabía si sería una pastilla o me tendrían que pinchar. Lo que pasa es que mi caso fue curioso.

– ¿Por qué?

– Porque me diagnosticaron en octubre, pero no empecé con el tratamiento hasta febrero. Fueron 4 meses muy duros mentalmente hablando porque me sentía desprotegido. No entendía por qué no me daban medicina, no entendía qué estaba pasando. Me sentía como si estuviera desnudo en un bosque lleno de animales que me podían atacar y sin ninguna capacidad de defenderme. Además, físicamente me encontraba cansado.

– ¿Buscaste información?

– Todavía hoy no la he buscado. Me puse en manos de los médicos y especialistas. Yo no soy especialista, así que pienso que es absurdo empezar a mirar y pensar qué me puede pasar. Lo que digan los médicos será.

– ¿Y qué dicen los médicos?

– Poca cosa. Te explican cómo actúa la enfermedad a nivel neuronal, pero son muy científicos y no me dan mucha más información.
Me diagnosticaron en octubre, pero no empecé con el tratamiento hasta febrero. Fueron 4 meses muy duros mentalmente hablando porque me sentía desprotegido.

– ¿Sientes fatiga?

– Antes tenía mucha ejercicio cardiovascular ayuda. Así que decidí salir a caminar cada día un rato. No obstante, me aburría mucho caminar y decidí correr.

– ¿Y qué tal?

– Corrí medio quilómetro y acabé exhausto. Pensé que no correría un quilómetro en la vida.

– Pero has corrido 42.

– Sí, porque soy muy tozudo. Entonces estaba un poco descuidado, no cuidaba la alimentación, hacía deportes sociales. Jugaba a pádel una hora y después iba al bar a comer una hamburguesa y a beber una cerveza. Por ello, con el diagnóstico de esclerosis múltiple cambié de chip. Me puse en manos de un entrenador personal y empecé a hacer carreras de 5 y 10 quilómetros hasta que el pasado marzo hice la maratón de Barcelona.
Antes tenía mucha fatiga. Me levantaba por la mañana y estaba 3 o 4 horas fuera de casa y tenía que volver porque no aguantaba. Lo único que me dijeron los médicos es que el ejercicio cardiovascular ayuda.

– ¿Por qué una maratón?

– Porque tenía que hacer algo para que mi entorno no sufriera y no les diera pena. Para hacerlo, tengo que demostrar que estoy bien y, como ya había empezado a correr, fijé un objetivo. Cuando me preguntan cómo me encuentro, me recuerdan que estoy enfermo. Y no quiero. No quiero que la gente se preocupe y tengo que hacer algo para demostrar que estoy bien.

– ¿Y notas que te encuentras mejor?

– Mucho mejor. Pasé de estar 3 o 4 horas fuera de casa y tener que volver a casa por la fatiga, a hacer jornada completa de nuevo, levantándome a las 6 de la mañana y trabajar durante todo el día. Hago una vida completamente normal. Sí que hay días que me levanto y estoy agotado, pero el deporte me ayudó a sacrificarme. Para hacer una maratón uno se prepara para un ejercicio muy duro y mi entrenador no perdona. Cuando ya no puedo más, él me dice que sí que puedo y lo hago. Y esto lo traslado a la vida cuotidiana. Hay días en los que me levanto y me cuesta, pero me visto y me voy al trabajo. También hay días en los que me levanto fatal, pero a media mañana estoy perfecto.

– En tu caso, la esclerosis múltiple ha ido acompañada de dos cambios: el primero, practicar ejercicio físico, y el segundo, un cambio en la alimentación.

– Sí. El cambio en la alimentación me ha ayudado muchísimo. Tenía mucha fatiga y me hablaron de la medicina aiurbeda. Como en Lleida hay un centro, fui y me puse en manos de un doctor que me dijo que la esclerosis múltiple no tiene cura, pero que el cansancio, sí. Y así ha sido. La medicina aiurbeda es un tema de masajes y alimentación que a mi he ha ayudado muchísimo.
Cuando me preguntan cómo me encuentro, me recuerdan que estoy enfermo. Y no quiero. No quiero que la gente se preocupe y tengo que hacer algo para demostrar que estoy bien.

– En definitiva, la esclerosis múltiple te ha cambiado el estilo de vida.

– Es todo un conjunto. El cambio de hábitos ha sido clave en mi vida. Una dieta no sirve para nada porque cuando la acabas vuelves a los viejos hábitos. Hice una reflexión y decidí no preguntarme por qué me ha pasado a mí. Es una pérdida de tiempo y energía. Los médicos no saben por qué he tenido cáncer y por qué tengo esclerosis múltiple. Si los médicos no lo saben, ¿cómo lo puedo saber yo? Debo enfocar mi energía en superar el problema que tengo por mi mismo y por mi entorno, mi mujer, mis padres y mis hermanos.

– ¿Conoces otras personas con EM?

– Sí, y algunas no lo dicen. Hay mucha gente que se queja, y no les falta razón. Pero también hay días buenos. Leí que mucha gente deja de trabajar 3 años después del diagnóstico y creo que debes intentar hacer tu vida. Por muy duro que sea. Seguro que será mejor que quedarse en el sofá.

– Has tenido EM y un cáncer. ¿Cómo lo vives?

– La diferencia es que con el cáncer solo hay plan A. Lo superas o no. Yo no quería saber nada del plan B. El Plan B no era una opción, tenía que tirar para adelante. Hice mucho esfuerzo mental para superarlo, porque es necesario tener una capacidad mental, y ahora estoy actuando igual que entonces. Hay que esforzarse día a día.

– Trabajas como director de una fundación de discapacitados psíquicos. ¿Cómo te afecta?

– Tengo la suerte de que todo mi entorno me ayuda mucho. Toda la vida he trabajado en una entidad, y esto me ha llevado a integrar todo el tema de la superación y la necesidad de la inclusión. También tengo un entorno que me ha ayudado, como mi mujer y mi madre, pilares de mi vida y un apoyo. Tengo un espejo en el que mirarme, que es mi padre. Hará 87 años y parece que tenga 70. Toda la vida se ha cuidado la alimentación y todavía trabaja y preside la Fundación donde trabajo. La alimentación y el esfuerzo no solo funcionan en personas con una enfermedad crónica, sino a cualquier persona. Tengo un entorno que no se ha quejado de la enfermedad ni me ha exigido demasiado. A veces, hay familias que protestan demasiado o que no entienden nada y exigen mucho. Encontrar el término medio no es fácil.
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