El Trastorno Afectivo Estacional y la Esclerosis Múltiple: cuál es su relación

Sentir una caída del estado de ánimo o un aumento de mal humor cuando bajan las temperaturas puede ser habitual. La falta de luz solar o del contacto con el exterior puede producir reacciones en el cerebro que alteren el bienestar emocional.

Las alteraciones del estado de ánimo que se vinculan a la esclerosis múltiple, los cambios que pueden producirse en el cerebro y la falta de exposición solar propia de las estaciones frías pueden provocar el conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE).

 

Qué es el Trastorno Afectivo Estacional

Se conoce como Trastorno Afectivo Estacional (TAE) al tipo de depresión que acostumbra a aparecer en las estaciones de otoño e invierno. De acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría, se considera una subcategoría de la depresión clínica y es más frecuente en mujeres y en personas que viven más alejadas del ecuador.

En general, se estima que el acortamiento de los días y la reducción de la luz solar pueden generar una alteración química en el cerebro que derive en síntomas depresivos. Este desencadenante vincula el TAE con algunos efectos de la esclerosis múltiple, como las lesiones cerebrales o las alteraciones emocionales ocasionadas por síntomas físicos.

Aunque este trastorno es más frecuente en las estaciones frías, puede darse en cualquier época del año. De hecho, se distinguen dos tipos de TAE:

  • De inicio otoñal. También se conoce como depresión invernal y sus síntomas empiezan entre finales de otoño y principios de invierno hasta los meses veraniegos.
  • De inicio primaveral. Sus síntomas empiezan a finales de primavera o inicio del verano, se conoce también como depresión de verano y no suele ser tan frecuente.

 

Causas del Trastorno Afectivo Estacional

Generalmente, se vincula el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) con la reducción de la exposición solar. Esta carencia puede desequilibrar los relojes internos de las personas con EM y además dificulta la sintetización de la vitamina D.

Otra consecuencia es la alteración de la melatonina. Esta hormona acostumbra a producirse por la noche y en los períodos de días más cortos y oscuros, es habitual producir un exceso de melatonina que altere los ciclos de sueño y vigilia.

 

Síntomas del Trastorno Afectivo Estacional

Como en cualquier otro tipo de depresión, los síntomas del TAE son variados y se manifiestan de forma distinta en cada persona. Por lo general, los más comunes son:

  • Sentimiento de tristeza o abatimiento.
  • Pérdida del interés por cosas que antes se disfrutaban.
  • Más horas de sueño, pero con mayor sensación de fatiga durante el día.
  • Cambios en el apetito, incluido un mayor deseo de comer dulces y carbohidratos.
  • Dificultad para concentrarse o pensar con claridad.

Además, el Trastorno Afectivo Estacional también puede provocar otros efectos, como:

  • Retraimiento social y mayor sensibilidad al rechazo.
  • Mal humor y ansiedad.
  • Sentimientos de culpa y desesperanza.
  • Disminución del deseo sexual.
  • Aumento de peso.
  • Problemas físicos, como dolores de cabeza.

Estos síntomas tienden a mejorar a medida que pasan los meses y a reaparecer en las mismas épocas de cada año.

 

Cómo combatir el Trastorno Afectivo Estacional

La principal fórmula para hacer frente al TAE es obtener más luz solar durante los meses de invierno. Sin embargo, salir al exterior en invierno puede suponer un reto para algunas personas con EM con problemas de movilidad o de equilibrio, ante superficies frías o heladas.

Más allá de esto, existen otras formas de combatir el Trastorno Afectivo Estacional, como:

  • Exponerse a la luz solar, pasando tiempo al aire libre o cerca de una ventana por donde entren los rayos de sol.
  • La fototerapia puede ser una buena alternativa para obtener los beneficios de la luz solar sin salir al exterior. Existen distintas fuentes de luz que pueden ser útiles para combatir el TAE y es importante consultar a un profesional médico para que recomiende el método más adecuado para cada caso.
  • La psicoterapia o la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a rectificar las visiones distorsionadas que se pueda tener de uno mismo y del entorno. Además, puede ser útil para mejorar las habilidades de relación interpersonal, detectar las fuentes de estrés y aprender a manejarlas.

Además, se pueden seguir determinados hábitos de forma autónoma que pueden contribuir a la mejora del estado de ánimo. Algunos ejemplos pueden ser:

  • Fijarse objetivos realistas.
  • Dividir tareas grandes en pequeñas.
  • Buscar compañía de confianza.
  • Hacer actividades que se disfruten.
  • Hacer ejercicio con regularidad.

 

Referencias:

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