Disfunciones sexuales en la esclerosis múltiple

La presencia de disfunciones sexuales en las personas con esclerosis múltiple es frecuente y no se aborda suficientemente. El equipo sanitario juega un papel decisivo asumiendo esta necesidad.
La presencia de disfunciones sexuales en las personas con esclerosis múltiple es frecuente, afectando la calidad de vida de la persona y de su pareja. Alarcia-Alejos, y colaboradores, en su estudio “Abordaje de la disfunción sexual en la esclerosis múltiple”, concluyen que la “disfunción sexual es un problema frecuente, importante y que se aborda de manera insuficiente”.
Este artículo también pone de manifiesto que las personas con estas disfunciones no explican los problemas sexuales de forma espontánea en la consulta. Así, es el equipo sanitario quien debe asumir la necesidad de abordar los problemas sexuales. Este equipo debe realizar una valoración ordenada y sistemática que permita la detección y la atención por parte de un equipo multidisciplinar. Las terapias en las que se incluyen a los dos miembros de la pareja y en las que se imparte educación sanitaria sobre sexualidad son imprescindibles.
Foley y Werner describen los síntomas sexuales de la esclerosis múltiple en términos de disfunción sexual primaria, secundaria y terciaria.
Disfunción sexual primaria
La disfunción sexual primaria se produce como resultado directo de cambios neurológicos que afectan la respuesta sexual.
Consiste, muy a menudo, en pérdida de la libido. También en alteraciones en la sensibilidad genital y menos capacidad para llegar al orgasmo. En el caso de la mujer, se puede encontrar falta de lubricación y, en el caso del hombre, disfunción eréctil y eyaculatoria.
Algunas estrategias dirigidas a tratar las disfunciones primarias y, más específicamente, a aumentar la respuesta sexual consisten en aplicar frío o aceites en las zonas genitales. Se trata de crear un “nuevo mapa corporal de sensaciones” en colaboración con la pareja para la búsqueda de nuevas zonas erógenas. Esto incluye juegos de seducción y romper la rutina, utilizar lubricantes o recurrir a fármacos o dispositivos que faciliten la erección cuando sea necesario.
Disfunción sexual secundaria
La disfunción sexual secundaria comprende síntomas que no implican directamente al sistema genital, pero que pueden afectarlo. Hablamos de problemas vesicales o intestinales, presencia de fatiga, temblor, espasticidad y debilidad muscular o falta de atención y concentración.
El tratamiento de las disfunciones secundarias se basa, principalmente, en el control de los síntomas de la propia enfermedad neurológica. Estos síntomas pueden interferir en la función sexual. Es muy importante para las personas con esclerosis múltiple controlar los posibles episodios de incontinencia vesical o fecal durante las relaciones. Además, es una condición indispensable comunicar esta preocupación a la pareja. Tomar la medicación para la incontinencia vesical 30 minutos antes del acto sexual para controlar las contracciones de la vejiga; no ingerir líquidos una hora antes de la relación o sondarse previamente puede ayudar a controlar esta sintomatología.
Para combatir la fatiga se debe planificar el momento más adecuado del día según la disposición de energía de la persona con esclerosis múltiple para realizar el acto sexual, introducir tiempos de descanso y practicar posturas sexuales que reduzcan peso y esfuerzo.
Para controlar el temblor y la debilidad, la pareja intentará encontrar posturas pasivas y seguras que requieran menos fuerza.
La espasticidad en determinados músculos se puede controlar aplicando frío durante 15 minutos antes de la actividad sexual, practicando estiramientos y realizando determinadas posturas inhibitorias para romper patrones espásticos. Otra opción que debe valorar el especialista es la aplicación de toxina botulínica en estos músculos.
Para intentar mantener ocupada la atención y la concentración, se pueden utilizar estrategias que potencian al máximo el estímulo sensual y sexual de la persona con esclerosis múltiple como, por ejemplo, poner música sensual, utilizar luces tenues, ropa interior sexy, aromas agradables o acariciar.
Disfunción sexual terciaria
La disfunción sexual terciaria deriva de factores psicosociales y culturales relacionados con la discapacidad que pueden interferir con los sentimientos y las experiencias sexuales de cada uno.
Estos factores incluyen cambios de humor o disminución de la autoestima provocados por cambios en el rol de pareja (por el hecho de ofrecer o recibir cuidados constantes); por cambios físicos provocados por la presencia de déficits motores, por la pérdida de intimidad al tener que ser asistido por la pareja o por la mala interpretación de las muestras de afecto como formas de compasión y no de pasión.
El abordaje de las disfunciones sexuales terciarias irá dirigido a aumentar la autoestima de la persona con esclerosis múltiple, haciendo hincapié sobre las prácticas que sí puede realizar, ayudándole a aceptar sus limitaciones físicas o programando citas regulares con la pareja para mantener momentos placenteros.
La EM a la hora de dar y recibir placer sexual
La esclerosis múltiple puede provocar alteraciones que afecten la sexualidad de la persona con esta enfermedad y la de su pareja, pero nunca disminuirá su necesidad de dar y recibir placer sexual.
Las relaciones sexuales son parte del bienestar de la persona y aumentan su calidad de vida. El equipo sanitario debe poner medios necesarios para detectar estas disfunciones y ofrecer los mejores tratamientos disponibles en cada caso.
Finalmente, recordar que la comunicación constante de la pareja es primordial para mantener un espacio de intimidad y complicidad donde poder exponer preocupaciones y descubrir, conjuntamente, nuevas rutas.
Vídeo “Dibujando la esclerosis múltiple: Disfunción sexual de “EM one to one” (Sanofi).
Referencias:
Vídeo “Dibujando la esclerosis múltiple: Disfunción sexual de “EM one to one” (Sanofi).
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