David Sánchez: “Me veo con bata blanca”
Tiene 36 años y, cuando tenía 30, un día empezó a hablar mal. Fue un primer brote de esclerosis múltiple que le llevó al diagnóstico años después. Estudia un máster de Neuropsicología, por el que ha obtenido una beca femtalent.
– ¿Cómo fue el diagnóstico?
En 2016, después de un año de mucho estrés, fuimos a pasar el fin de semana a la costa, al apartamento de mis padres. De repente, empecé a hablar como si me hubiera tomado dos cervezas de más, sin vocalizar bien. No le hice caso. Cuando volvimos a casa, mi padre me escuchó y me dijo que fuera al hospital. Fuimos por la mutua.
– ¿Y?
Habían visto una mancha en las imágenes que no sabían muy bien qué era. Me dejaron ingresado y me dijeron que me harían más pruebas. Al día siguiente, vino la neuróloga y me dijo que era un tumor cerebral y que me derivaban a neurocirugía en Barcelona.
– ¿Un tumor?
Se me cayó el mundo encima. No entendía lo que pasaba, además yo soy una persona muy deportista, que jugaba a fútbol. Me sentía bien y no entendía nada.
Al día siguiente me llevaron al hospital y me cogió un neurólogo, que me dijo que me tomara una medicación y que buscara un neurólogo y un neurocirujano. Al neurocirujano lo vi ese mismo día y, sin mucho tacto, me dijo que él pensaba que tenía esclerosis múltiple.
– ¿Qué pensaste?
Que era horrible y que me quedaría en silla de ruedas. La esclerosis múltiple es la enfermedad de las mil caras. En mi caso parecía un tumor, pero no lo era.
Inicialmente, me dijeron que tenían que operarme de urgencia por el supuesto tumor y que tenía que decidirlo ya. Luego apareció el doctor Joan Izquierdo Casas, que fue mi ángel de la guardia. Me dijo que me harían muchas pruebas y que, si no daban resultados, me harían una biopsia.
La esclerosis múltiple es la enfermedad de las mil caras. En mi caso parecía un tumor, pero no lo era.
– ¿Cómo saliste de allí?
Le dije al doctor Izquierdo Casas que, si llegaba hasta la biopsia, quería que me llevara él, porque con él estaría completamente tranquilo. Y me hicieron muchas pruebas. Con el tiempo, la inflamación disminuyó mucho y yo hablaba bien. A partir de ahí me fueron haciendo controles y el tiempo pasó. Yo seguí con mi vida.
– ¿Hasta?
En 2021 yo estaba en la oficina y me mareaba, caminaba hacia la izquierda. Un día no pude salir de casa, por los mareos y los vértigos. Mientras tanto fui al médico, pero no lo asociaba al primer brote porque no me diagnosticaron esclerosis múltiple.
– ¿Qué hiciste?
Estuve unos días con vómitos y tal y, cuando fui a hacerme la resonancia de control, les pregunté si podían hacerme la resonancia un poco más abajo. Luego, el doctor me llamó para que fuera, pero vi los informes del radiólogo y decía que había algo inflamatorio.
Antes de ir a la visita exploté, lloré, me abracé a mi hermana, lo pasé muy mal. Dos días después fui a la visita y el doctor me dijo que podía decir que cumplía con los criterios diagnósticos de esclerosis múltiple y me explicó cuál era la situación y qué tipo de paciente era según su experiencia profesional.
– ¿Qué te dijo?
Que habían pasado muchos años desde el primer brote, que había hecho vida normal y que hoy vas por la calle y te cruzas con gente con esclerosis múltiple sin ser consciente de ello. Ha avanzado tanto la medicina que lo que antes era ir en silla de ruedas, ahora ya no es así. A partir de ahí pasaron mi expediente de la mutua a la Seguridad Social y empecé con el tratamiento.
Hoy vas por la calle y te cruzas con gente con esclerosis múltiple sin ser consciente de ello.
– ¿Y, cómo fue?
Empecé con una primera línea que no me fue muy bien. Tuve un brote sensitivo… y ahora estoy con otro medicamento de segunda línea y estoy muy contento. Vuelvo a ser yo. Llegó un momento en que no era yo. Tengo una niña de 11 meses y no estaba disfrutando de la experiencia porque no tenía energía y tenía muchos dolores. Ahora vuelvo a disfrutar de todo.
– ¿Cómo ha cambiado tu vida después del diagnóstico?
Por el camino tuve una lesión de fútbol y me operaron, lo que me limitó la actividad deportiva. En lo mental, la enfermedad supone un cambio y además, la primera medicación que tuve me afectó mucho.
Soy una persona optimista y muy positiva, pero ha sido muy duro. Ha habido mañanas que lloraba. Sin embargo, no he cogido la baja. Ahora que estoy en una segunda medicación, todo se está estabilizando. Estoy volviendo a ser el David que era antes.
– ¿Qué síntomas tienes ahora en tu día a día?
Sobre todo el habla, cuando me pongo más nervioso de la cuenta o hago ejercicio. Si durante las fiestas, por ejemplo, me tomo una cerveza o una copa de vino, me afecta mucho al habla. Es brutal. A mí antes no me pasaba.
Cognitivamente, noto que me cuesta expresarme. También noto el hecho de andar. Si estoy nervioso me voy hacia la izquierda, pero si estoy muy relajado también me pasa. A veces, si estamos de vacaciones y salimos a andar, cojo un bastón.
– ¿Cómo lo llevas mentalmente?
Bien, quizás a otras personas les afecta más. Es lo que hay.
– ¿Has explicado la enfermedad a tu entorno?
Sí. Lo digo, pero con calma, porque no todo el mundo lo entiende igual. No todo el mundo sabe lo que es la esclerosis múltiple y algunos lo confunden con otras enfermedades. Hay gente que lo entiende muy bien y gente que no.
No todo el mundo sabe lo que es la EM y algunos lo confunden con otras enfermedades. Hay gente que lo entiende muy bien y gente que no.
– ¿Y en el trabajo lo han entendido bien?
No puedo quejarme. Por mi forma de ser, lo he comunicado desde el primer momento. Por suerte he encontrado comprensión y tranquilidad, aunque es cierto que las empresas no siempre la tienen y deben mejorar mucho su empatía en este sentido.
– ¿El hecho de ser psicólogo te ha ayudado a llevar la enfermedad?
Sí. Es una combinación de la formación académica y la personalidad. Al final, el duelo también lo he pasado. Mi formación y los conocimientos técnicos me permitieron ubicarme, documentarme y no tener miedo a informarme.
– Ahora estás haciendo un máster de Neuropsicología.
Es vocacional, me gustaría poder dedicarme al estudio del sistema nervioso central. Al final no sé si me ha traído aquí la enfermedad o no, pero me gustaría poder estar en este mundo, sea con pacientes o en la investigación. Me interesa la neurorehabilitación y la estimulación cognitiva.
– Has ganado una beca femtalent, ¿cómo la descubriste?
Una de las cosas que hice cuando me diagnosticaron fue informarme, y así llegué a la FEM. Al principio, me dio miedo involucrarme, porque me habían dicho que mi previsión parecía positiva. Empecé a mirar redes y webs. Vi que la FEM involucraba a todo el mundo.
Yo estaba terminando el grado de Psicología y tenía que prepararme para el PIR (Psicólogo interno residente), porque me veo con bata blanca. Era difícil porque hay pocas plazas y porque yo estaba trabajando 40 horas semanales.
– ¿Lo lograste?
El examen no fue mal, pero no saqué la plaza y me apunté al máster de Neuropsicología. Mientras lo hacía vi las becas femtalent y me dije: “¿y si lo pruebo?”
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