Daniela Iscarescu: “Es muy importante cuidarte y no pensar sólo en trabajar”

Daniela es una mujer de 45 años y de origen rumano. Hace 18 años que vive en Barcelona, donde está casada y tiene dos hijas de 16 y 12 años. Le diagnosticaron esclerosis múltiple hace 4 años y justo ahora acaba de dejar su empleo de camarera de piso a un hotel para formarse y hacer un trabajo menos físico y que le permita tener más calidad de vida.

– ¿Cómo empezó todo?

Trabajaba de camarera de piso. Una mañana me levanté con la pierna izquierda dormida y con hormigueo. Pensé que ya me pasaría pero pasados dos o tres días, como no mejoraba, fui al médico. El médico al principio lo relacionó con mi trabajo. Pensó que tal vez tenía el nervio ciático inflamado y me recetó un antiinflamatorio durante diez días. Al quinto día me levanté con dolor en el ojo y no veía bien.

-¿Qué hiciste?

Fui al oftalmólogo y me hicieron pruebas.

-¿Asustada?

No. Estaba preocupada porque la doctora me preguntaba donde me dolía del ojo: dentro, fuera arriba, abajo. Yo no lo sabía, sólo sabía que me dolía en el ojo. Al final me hicieron más pruebas y me dijeron que en base a los síntomas era posible que tuviera esclerosis múltiple. Me hicieron un montón de pruebas para confirmar el diagnóstico.

– Mientras tanto, ¿continuabas trabajando?

Sí.

-¿Cómo te tomaste la enfermedad?

Cuando me confirmaron el diagnóstico salí muy mal de la consulta, y pensé: ¿por qué a mí?

-¿Le explicaste la enfermedad a tu entorno?

Sí. Quien peor lo lleva es mi pareja. Le cuesta exteriorizarlo, pero se ve que sufre. Mis padres también se asustaron. Les pasó lo mismo que a mí, que cuando me dijeron "esclerosis múltiple" vi una silla de ruedas porque no sabía nada de la enfermedad. Años atrás no había tantos avances como ahora. Hoy hay tratamientos y me han cogido muy al principio, por lo que se intentará que no avance la enfermedad.

-¿Qué síntomas tienes?

Tengo fatiga y he perdido fuerza. Durante mucho tiempo ayudé a mi pareja en la construcción. Hacía de peón, cogía carretillas, cargaba sacos, cargaba troncos o iba a buscar leña para la estufa. Ahora ya no tengo fuerza. Me ha quedado la pierna izquierda con sensación de frío. ¿Sabes cuándo te aplicas una crema de calor y frío? pues yo tengo la misma sensación con la pierna izquierda. Cuando me levanto tengo las manos dormidas y con hormigueo.

-¿Tienes problemas de movilidad?

No, no tengo. Es verdad que antes, cuando bajaba las escaleras, nunca me cogía a la barandilla y que ahora tengo más inseguridad y me cojo. Pero dentro de lo que conlleva esta enfermedad estoy bien.

-¿Trabajaste de camarera de piso hasta hace poco?

Sí, ahora lo he dejado para reorientarme, porque no puedo continuar. Terminaba muy mal, muy cansada. Me daba golpes con todo porque quería ir rápido para acabar a la hora, porque no podía estar 3 o 4 horas más en el trabajo.

-¿Cuántas habitaciones hacías cada día?

Entre 9 y 17. Si eran check out (de clientes que dejaban el hotel), hacía 8 pero si hacía habitaciones de clientes que continuaban en el hotel podía hacer hasta 17 como máximo. No es lo mismo hacer 17 habitaciones, aunque sean menos a fondo, que hacer 8. Si tenía sólo check out, acababa a mi hora y tenía tiempo de hacerlo todo, pero cuando tenía que hacer 17 habitaciones me encontraba que no sabía por dónde empezar. Me agobiaba y no podía. Terminaba sin fuerzas. Llegaba al vestuario y no podía ni cambiarme porque era un esfuerzo demasiado grande.

-¿Toda la vida habías hecho este trabajo?

No. Cuando llegué aquí mi marido tenía su propia empresa. Yo estaba en casa y le llevaba la parte administrativa: hacía los albaranes y las facturas. Con la crisis, no pudo mantener el personal y trabajé con él. Cuando ya no sabíamos qué hacer, hice un curso de camarera de piso en la Escuela Superior de Turismo de 4 meses. Cuando terminé tuve suerte y enseguida encontré trabajo, pero entonces aún estaba bien. Cuando se me acabó el contrato estuve dos semanas mareada. Lo atribuí a los nervios de si me renovarían o no, pero ahora me doy cuenta que ése fue el primer brote que tuve. Fui al médico y me hicieron análisis, pero no salía nada. Me dijo que eran los nervios, que me relajara.

-Ahora asistes a un curso en la Fundación Esclerosis Múltiple, ¿qué quieres hacer?

Hago un curso de gestión administrativa y atención al cliente para ser recepcionista o auxiliar administrativa.

-¿Cómo vives el cambio de dejar de trabajar y ponerte a estudiar?

Estoy muy ilusionada. Soy optimista de manera de ser, siempre rio y estoy contenta. A ver si tengo suerte y encuentro trabajo. Más que nada, aparte de dejar de hacer tanto esfuerzo físico, a ver si puedo estar más con la familia, porque haciendo de camarera de piso trabajaba todos los fines de semana y todas las fiestas, y no podía disfrutar de ella. En el mundo de la Hostelería, cuando la gente está de vacaciones tú tienes que trabajar. Llegó un momento que me lo perdía todo. Mis hijas hacen voleibol y juegan partido los sábados y nunca podía ir porque trabajaba. Te preguntas si vale la pena sacrificarse tanto.

-¿Qué has aprendido con la enfermedad?

He aprendido que mi cuerpo no tenía vitamina D. Yo no tenía tiempo de tomar el sol y esta es una vitamina que no está en los alimentos. Ahora siempre recomiendo tomar el sol 10 minutos al día. Es muy importante cuidarte y no pensar sólo en trabajar. Yo me lo aplico, quizás un poco tarde, pero me lo aplico.

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