– ¿Cuándo te diagnosticaron?
En el 2019. El 23 de diciembre de 2018 me empecé a encontrar mal, con un dolor muy fuerte en la ceja derecha. No le di importancia por el estrés de la Navidad, mi hija acababa de cumplir un año y pensé que era un cúmulo de cosas.
Ese dolor fue a más y después veía una manchita. Más adelante, cuando miraba hacia arriba, sentía que me tiraba el ojo. No le di importancia, el día 2 de enero me fui a urgencias al hospital y no salí en una semana.
– ¿Qué pasó?
Me hicieron muchas pruebas, la verdad es que me asusté muchísimo, no entendía nada porque físicamente me encontraba perfectamente. A las 48 horas me dijeron que lo más probable era que fuese esclerosis múltiple, pero aun así no me lo confirmaron y tuve que esperar un mes más. Ese mes fue horrible.
– El no saber.
Fue agónico. No tienes ningún apoyo psicológico y estás viviendo eso como una película. La cabeza da vueltas, yo ya creía que no me confirmaban el diagnóstico porque igual había algo más, y hasta pensé que tenía ELA.
– ¿Cómo te lo tomaste?
Estaba bastante asustada, sin embargo, siempre hay una parte que dice “tira” y al tener una niña pequeña es como tu motor. Es que no te puedes venir abajo y tienes que sacar las fuerzas de donde sea para tirar adelante.
– ¿Y continuaste con tu vida?
Al principio, estuve trabajando un año en el trabajo donde estaba, que era una farmacia. Pasado un año ya no podía más. Me derrumbé, tenía una mochila que pesaba demasiado y pedí ayuda al servicio de psicología, pero me daban la visita al cabo de 6 meses.
Me quería morir. No sabía ni cómo iba a pasar las siguientes 24 horas y me hundí. Yo porque tenía el apoyo de mi familia y mucho amor, sin embargo, hay gente que quizás está sola. ¿Cómo se supone que te tienes que tomar eso? Entonces dejé el trabajo.
Yo porque tenía el apoyo de mi familia y mucho amor, sin embargo, hay gente que quizás está sola. ¿Cómo se supone que te tienes que tomar eso?
– ¿Cómo fue?
Cuando me diagnosticaron, le conté el diagnóstico a mi jefa, pero cuando me incorporé al trabajo después de estar dos meses de baja, tenía una jefa nueva, porque en ese tiempo hubo un cambio de titular en la farmacia.
Así que cuando llegué, me encontré con compañeros nuevos, la farmacia renovada y abierta los fines de semana durante 12 horas, cuando antes no trabajaba el fin de semana. Me sentía como que no me adaptaba, tenía un volumen de trabajo muy exagerado y sufría mucha fatiga muscular. Me sobrepasaba.
– Y lo dejaste.
Hablé con mi jefa, que me facilitó la salida. Solo eso ya fue un alivio que mejoró muchísimo mi estado de ánimo, porque sentía el peso de tener que poner buena cara a todo el mundo para que nadie notara ni lo más mínimo. Además, hice otro cambio, dejé el piso de Barcelona y me fui a vivir a Montcada, en un piso más grande.
– ¿Ahora trabajas?
Ahora estoy en el paro desde junio. Hasta entonces trabajé para una cadena dental, porque después del diagnóstico me saqué el título de auxiliar de odontología, que quería estudiar desde hacía mucho tiempo. Cuando te ves en una situación que te cambia la vida, dices: “pues voy a hacer algo”.
Cuando te ves en una situación que te cambia la vida, dices: “pues voy a hacer algo”.
– ¿Cómo pasaste la pandemia?
A mí la pandemia me fue bastante bien, porque necesitaba parar y no sabía cómo. La pandemia me vino de fábula, parece cruel con todo lo que ha pasado, pero psicológicamente me benefició. No me importaba estar en casa, dejé de ver las noticias porque me afectaban mucho. Me organicé, aproveché el tiempo, me puse a leer…
– ¿Quieres dedicarte a la ortodoncia?
Me llamaba la atención, sin embargo, una vez dentro no me quiero dedicar a ello. Ahora busco algo dirigido a ayudar a los demás, sobre todo desde mi propia experiencia, porque observo que se pueden cambiar muchas cosas. No tengo titulación de coach, no obstante me gusta mucho y me siento a gusto. Me gustaría redirigir mi camino por aquí.
Además, con la FEM estoy haciendo el curso de community manager, a ver si puedo encontrar un trabajo con el que pueda compatibilizar la vida familiar y laboral. La verdad es que no me apasionan las redes, porque el hecho de exponer mi vida no va conmigo, pero estoy probando y como en el curso también hay una parte de inteligencia emocional, que me satisface muchísimo, estoy intentando hacer un mix de todo.
– ¿Cómo te encuentras de salud?
Perfectamente.
– ¿Has hecho cambios en tu vida después del diagnóstico?
Desde el principio pensé que haría todo lo que estuviera en mi mano para ayudar a encontrarme mejor y una parte es la nutrición, alimentarte mejor, buscar alimentos que sean antiinflamatorios.
He dejado de comer proteína animal. Con este cambio, mi vida dio la vuelta. Pasé de levantarme sin energía a no parar. Me siento igual que me sentía antes que me diagnosticaran la enfermedad. Aparte, como te vas sintiendo mejor, ya no te encasillas como una persona enferma.
Soy consciente que tengo una enfermedad, sin embargo, no me considero una persona enferma. Voy cambiando las frases… Cuando me dicen “tus limfocitos te atacan”, yo me digo lo contrario, mis limfocitos me ayudan y me protegen.
Soy consciente que tengo una enfermedad, pero no me considero una persona enferma. Cuando me dicen “tus limfocitos te atacan”, yo me digo lo contrario, mis limfocitos me ayudan y me protegen.
– ¿Qué más has cambiado aparte de la alimentación?
La actitud, el hablarme diferente, decirme cosas buenas y bonitas en vez de malas. La mente te sirve tanto para destruirte como para construirte y yo decido construirme y encontrarme bien. Al final es dar la vuelta a la tortilla y mirar para el otro lado: la parte positiva, que también la he sacado.
– ¿Qué parte?
Yo soy más feliz ahora desde que me diagnosticaron la enfermedad que antes, evidentemente una vez superado y pasado el duelo. Soy mucho más feliz. He cambiado todas las cosas que no me gustaban de antes, o estoy en ello por lo menos. Yo pensaba que jamás iba a volver a sonreír, pensé que el diagnóstico era mi declive como persona y al final ha sido todo lo contrario.
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