Camila Brodersen: ‘Sabía que tenía esclerosis múltiple pero no me sentía mal, no sabía nada de la enfermedad y tenía una gran incertidumbre’
Publicado el
12-12-2016
Camila Brodersen, de 23 años, tiene una historia singular pues fue diagnosticada de esclerosis múltiple antes de tener brotes ni casi síntomas. Natural de El Salvador, la diagnosticaron en Pamplona donde estudió la carrera de Derecho.
-¿Cuando la diagnosticaron?
-El diagnóstico oficial llegó en mayo de 2015 dos días antes de mi graduación. Ya medio me lo habían dicho de forma extraoficial pero oficialmente con mis padres delante fue en mayo. Hasta entonces yo había estado sola en Pamplona y el médico esperó a que llegaran mis padres para soltar la bomba.
-¿Y cuando explotó la bomba qué pasó?
-Después de graduarte en Derecho para poder ejercer necesitas hacer un máster y yo tenía mis planes que pasaban por ir a Madrid pero con el diagnóstico mis padres decidieron que no iba a ir a Madrid.
-Su diagnóstico fue muy singular.
-Me diagnosticaron por casualidad. Yo padecía migrañas y me controlaban las migrañas. En el 2014, en una resonancia aparecieron las famosas manchitas blancas pero me dijeron que no me preocupara que podía ser hasta un error de máquina. La verdad es que yo me encontraba muy bien.
-¿Qué sucedió?
-En enero de 2015 había pasado las vacaciones de Navidad en El Salvador y cuando volví a Pamplona llegó la fatiga. Yo lo atribuía al jet lag, que me estaba volviendo un poco vaga y que no me acoplaba al nuevo horario… Me pareció raro porqué yo soy una persona súper activa que voy todo el día corriendo de un lado a otro y que no necesita dormir y de repente no me podía levantar de la cama. Pensé en el estrés, en el trabajo de fin de grado pero ahora pensándolo bien me pasaban cosas raras.
-¿Por ejemplo?
-Igual veía un poco mal, cositas a las que no daba importancia. No fui al médico ni nada. En abril, cerca de la fecha de entregar el trabajo de final de grado, tuve un mal momento en la biblioteca porqué me quedé sin poder ver bien. Veía una luz blanca. La gente que venía conmigo me dijo Camila tienes que ir al médico. Fui a la clínica, yo ya había dejado de controlarme las migrañas, y me dijeron que debería estar en control de migrañas y me hicieron nuevas resonancias. Al día siguiente me llamó el médico porqué quería hacerme más pruebas, entre ellas la punción lumbar. Me dijo que no creía que hubiera ningún problema.
-¿Y qué pasó?
-Tenía unos amigos graduándose de medicina y me decían que las pruebas que me hacían no eran rutina pero yo me sentía bien e ignoraba la fatiga. Después llegaron mis padres y me dieron el diagnóstico. En cuestión de meses mis resonancias iban cambiando muchísimo. Así que fue un diagnóstico a nivel radiológico. Yo no había tenido ningún brote.
Después del diagnóstico la decisión de mis padres fue que yo me volviera al Salvador para ver cómo evolucionaba la enfermedad.
-¿Cómo se sentía al respecto?
-Todos me decían muy bien que te hayan diagnosticado antes pero yo tenía un estrés porqué sabía que tenía esclerosis múltiple pero no me sentía mal, no sabía nada de la enfermedad y tenía una gran incertidumbre. Precisamente porqué no había pasado nada todavía no iba a tener medicamentos hasta que tuviera un brote, pero me hice unas pruebas antes de ir al Salvador y vieron que la enfermedad evolucionaba demasiado rápido y me indicaron que tenía que empezar el tratamiento ya. Y yo no entendía cómo iba a tomar medicamentos si yo me sentía bien.
-¿Con qué empezó?
Empecé en El Salvador con el interferón y fue fatal, fatal, fatal. A las semanas de estar con el interferón me dio el primer brote. Tuve una neuritis un mes de un ojo y al mes siguiente del otro ojo. Además la medicación me sentaba fatal, lloraba de dolor, aguanté 7 meses y recaía cada mes, no sentía el brazo, la cara… Eran cositas que para mi eran el fin del mundo y me cambiaron la medicación. Desde entonces no he tenido ningún brote y el resultado de la última resonancia indican que no tengo lesiones nuevas.
-Ahora vive en Barcelona.
-Comencé a hacer el máster online en El Salvador pero incluye una parte de prácticas y tenía un acuerdo con mis padres que si me sentía mejor volvería para terminar el máster. Podía elegir entre Madrid y Barcelona y no sé por qué elegí Barcelona.
-¿No sabe por qué?
-Por una parte por la playa pero también lo vi como un nuevo comienzo porqué la gente de mi clase que está cursando el máster lo hace mayoritariamente en Madrid y después del año que he tenido quería hacer las cosas a mi paso y yo tiendo a compararme bastante y a pensar debería estar haciendo esto o lo otro. Creo que fue una buena decisión ir haciendo las cosas a mi ritmo y ahora estoy haciendo las prácticas a media jornada.
-¿Les contó a sus compañeros sobre la esclerosis múltiple?
-Ahora sí, ya lo puedo hablar abiertamente pero me costó. Si no lo hablas es como si la enfermedad no existiera, que no pasa nada. Sentía que era más fácil pelear con ello por mi cuenta pero cuando me dieron el diagnóstico lo fui hablando con las personas más cercanas y fue difícil.
-¿Por qué?
-Porqué tu esperas decirles que todo va a estar bien pero en ese momento de la enfermedad no sabía mucho, no tenía brotes y pocos síntomas y no les podía decir que todo va a estar bien porqué no me lo creía ni yo. Sentía que al contarles la enfermedad les traspasaba mis malos sentimientos y negatividad y eso me lo hacía más difícil. Tampoco me gustaba comentarlo mucho porqué no me gusta que la gente sienta lástima por mi y que me digan ay pobrecita. Si ni siquiera yo siento lástima por mi, no necesito que venga otra gente, aunque no lo hacen con mala intención. En el Salvador hablé con mucha gente y vi muchas cosas y fue la razón por la que empecé a contarlo.
En el Salvador la enfermedad no es muy conocida y la mayor parte de la gente está mal diagnosticada o los diagnostican cuando ya es muy tarde
-Explique.
-Son cositas que te pasan y te preocupan. En el Salvador la enfermedad no es muy conocida y la mayor parte de la gente está mal diagnosticada o los diagnostican cuando ya es muy tarde. Cuando estaba allí e iba al médico mi queja era que veía un poco borroso y tenía al lado una persona que no se podía levantar ni mover las piernas y yo me quedaba pensando de qué me quejo. Tengo muchísima suerte porqué he conocido a otras personas a quien, desgraciadamente, las cosas no les han ido igual.
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